“La escritura china no
surgió como un medio para comunicar a los humanos entre sí. Surgió en el marco
de prácticas adivinatorias, en un contexto ritual, para comunicar a los humanos
con los ancestros. Los primeros testimonios de escritura se han encontrado gravados en escápulas de bueyes y en
caparazones de tortuga. La adivinación se efectuava aplicando un metal
incandescente al hueso que se agrietaba de formes distintas. La interpretación
de estas grietas daba voz al oráculo. A partir de la dinastía Shang empieza a
aparecer la insripción sobre el hueso o el caparazón de la pregunta, la
respuesta, la fecha ritual o el nombre del adivino”.
Aquest volum de tres-centes
cinquanta-una pàgines quedarà amorrat al piló de “llibres d’aquest homenàs que
sap coses i a més a més sap molt bé com dir-les”.
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